Al salir de una agradable sesión de surf de
invierno, esas de agua fría y no mucha gente en el agua, encontré una
representación de Navidad. Un hombre permanecía sentado, leyendo tranquilo al
lado de su obra. Otros salíamos del agua enérgicos, tras luchar con un medio para
el que no estamos fisiológicamente preparados y en el que somos vulnerables.
Cada uno disfrutaba del medio a su manera, uno construyendo algo nuevo (y viejo al mismo tiempo) con los materiales del lugar, efímero, hecho con sus propias manos, en un acto primitivo y simbólico de representación; el otro midiéndose con el medio, cargándose de catecolaminas como los aborígenes de las Islas Sándwich a los ojos del capitán Cook:
Os dejamos un extracto del diario de James
Cook (1778) al llegar a las actuales Islas Hawaii:
“… Uno de sus
entretenimientos más comunes lo realizan en el agua, cuando el mar está
crecido, y las olas rompen en la costa. Los hombres, entre 20 y 30, se dirigen
mar adentro sorteando las olas; se colocan tumbados sobre una plancha ovalada aproximadamente
de su misma altura y ancho, mantienen sus piernas unidas en lo alto y usan sus
brazos para guiar la plancha. Esperan un tiempo hasta que llegan las olas más
grandes, entonces todos a la vez reman con sus brazos para permanecer en lo
alto de la ola, y esta los impulsa con una velocidad impresionante; el arte
consiste en guiar la plancha de manera que se mantengan en la dirección
apropiada en lo alto de la ola conforme esta cambia de dirección.
Si la ola dirige a uno de ellos cerca de las
rocas antes de ser atrapado por la rompiente, es felicitado por todos. A
primera vista parece una diversión muy peligrosa, pensaba que algunos de ellos
tendrían que golpearse contra las afiladas rocas, pero justo antes de llegar a
la costa, si se encuentran muy cerca, saltan de la tabla y bucean por debajo de
la ola hasta que esta ha roto, mientras que la plancha es trasladada muchas
yardas por la fuerza del mar. La mayoría de ellos es superado por la rompiente
de la ola, cuya fuerza evitan buceando y nadando bajo el agua para mantenerse
fuera de su alcance. Con estos ejercicios, de aquellos hombres se puede decir
que son anfibios. Las mujeres podían llegar nadando al barco, permanecer la
mitad del día en el agua y después regresar nadando a la orilla. El motivo de
esta diversión es solo entretenimiento y no tiene que ver con pruebas de destreza,
con buenas olas entiendo que debe ser muy agradable, al menos ellos muestran un
gran placer en la velocidad que este ejercicio les da…”
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